26 septiembre 2011

19 septiembre 2011

Lunes de Ktarsis: Sexo

Porque nada nos lleva a niveles tan espectaculares de estupidez como la perpetuación de la especie...




¡No te lo pierdas!

05 septiembre 2011

Lunes de Ktarsis: Mascotas

Un análisis sobre los animales que elegimos para hacernos compañía y como se asemejan a un ex presidente...



¡No te lo pierdas!

29 agosto 2011

08 agosto 2011

01 agosto 2011

¡Nos mudamos!

Tras un tiempo en solitario finalmente puedo volver a mi casa original.
Está llena de ropa sucia en el suelo, los platos están sin lavar hace tanto tiempo que ya tienen vida propia y los vecinos siempre se quejan...
Pero sigue siendo el mejor lugar del mundo para despotricar y decir guarangadas.


Los Lunes de Ktarsis ahora salen en http://www.diosnoslibre.com/




Muchas gracias a todos los que siguieron a La Ktarsis por acá.

04 julio 2011

Lunes de Ktarsis 15: Resaca



Érase una vez estar tomando como un cosaco hasta que todo se oscurece...

...
...
Escucho algo...

Es un sonido constante, repetitivo, y tan interminable como las asambleas gremiales de facultad. Una voz en mi cabeza me advierte que despertarme va a producirme  un inevitable arrepentimiento.
Me despierto... obviamente.

Estoy horizontal. Mi boca es una pasta seca compuesta principalmente por una lengua hinchada y la sensación de haber lamido un cenicero durante más tiempo de lo que dicta la prudencia.
Me termino de espabilar, mi cabeza pesa treinta kilos y duele como si mis testículos fuesen parte de mi cráneo y me los estuviesen estrujando con una tenaza. Considerando que normalmente pienso con mis genitales, la comparación es bastante pertinente.

Foto de mi último electroencefalograma.

Me arrepiento de haberme despertado. Tal como se me había advertido.
Con la lentitud de un trámite municipal trato de entender en qué momento decidí que era buena idea injertarme alambrado de púas en el cuero cabelludo.
Llego a la conclusión de que posiblemente haya sucedido en el mismo momento que intercambié mi estómago por una bolsa de malas intenciones mezcladas con ácido sulfúrico.

El sonido persiste…

La voz en mi cabeza se ríe despiadadamente de mí…

Y entonces cometo el tercer peor error de toda mi vida.

Hay algo respecto a los ojos, la luz y como se procesan las imágenes en el cerebro… algo que permite el milagro de ver el mundo y sus maravillas… algo que no me importó una mierda porque en el instante que abrí los parpados lo único que entró por mis ojos fue un dolor comparable a ver todos los videos de Wendy Sulka sin parar durante una semana. Al mejor estilo de la Naranja Mecánica pero dirigida por un verdadero sádico como Fernando Vilar, en vez del bueno e inocente de Stanley Kubric.

Kubric sólo sabía expresar ternura.

Finalmente lo veo. Mi celular. En el escritorio. Sonando impunemente y contaminando el aire con su alarma polifónica, creada por algún cabrón finlandés que le vendió el alma al diablo a cambio de poder diseñar pequeños teléfonos sobrevaluados.
Decido que el mejor curso de acción es lanzarle una almohada al escritorio y rezar porque mágicamente detenga la alarma del celular.
Intento mover mi brazo, un hormigueo molesto y una total falta de cooperación por parte de dicha extremidad me indican que lo tengo completamente adormecido… el muy bastardo goza de un privilegio que yo ya no tengo.
Trato de pensar cómo apagar mi celular usando poderes telequinéticos.
Descubro dos cosas:
1- Muy a mi pesar, sigo careciendo por completo de poderes telequinéticos.
2- Pensar me duele.

Pasa una cantidad de tiempo incalculable hasta tomar la decisión de levantarme… caminar a los tumbos... golpear mi rodilla contra la silla… putear… putear más… acordarme que la fuente de todo mi sufrimiento es el ruido del celular y finalmente cancelar la alarma que por algún motivo inexplicable estaba programada para sonar un domingo a las ocho y media de la mañana.

Para mi gran sorpresa, el silencio apenas reduce la monumental jaqueca que me raja el cráneo.

Me tambaleo hasta el botiquín del baño y me meto dos pastillas matamigrañas, rezándole a los dioses paganos por un poco de misericordia y jurándoles nunca más tomar vodka nacional y martini, mezclándolos directamente en mi boca… la próxima vez, por lo menos voy a considerar la opción más civilizada de usar un vaso.

La diferencia entre arruinarse y arruinarse pero prolijamente.

Mi cuarto está en penumbras y reina el silencio. Apenas abriendo un ojo, rengueo hasta la cama mientras miro con desconfianza a la silla, por si está tramando otro ataque a mi rodilla. Aterrizo en la cama y sé que me espera un largo tramo hasta que mi cuerpo decida que ya no tiene gracia estar en la ruina.
Pero no por eso dejo de sonreír… el celular está apagado, las persianas están bajas, estoy horizontal de nuevo. Tengo todo bajo control… y puedo… volver… a dormir…

Suena la alarma de un auto justo frente a mi ventana y nadie la desactiva en toda la mañana.

Me resigno a taparme la cabeza con la almohada, y decido que mi próxima compra va a ser una bazooka, o unas granadas de mano, o por lo menos una buena vodka importada que no me genere esta maldita resaca.



31 enero 2011

Lunes de Ktarsis 14: Verano


 Tras un cierto tiempo de parar un poco la pelota. Sentarse abajo de la sombra para deshidratarnos comparativamente menos que abajo del sol, y tratar de no agarrarnos cáncer de piel con los rayos UV, volvemos a nuestro hábito lunesino de despotricar contra las cosas que nos molestan... es decir, todo.


Así que..

Érase una vez veranos de sol tibio, cervecitas heladas y programas pedorros de televisión sobre la movida en Punta.

Todos sabemos de qué se trata más o menos el verano. Es la estación del año más contradictoria por amplia ventaja. En ningún otro momento uno disfruta y se queja tanto del clima al mismo tiempo. Es casi como sufrir de una especie de menopausia colectiva donde por momentos está todo bien y otras veces se siente que la temperatura del cuerpo está más fuera de control que la carrera política de Silvio Berlusconi.

También es cuando se consumen cantidades absurdas de cervezas o daikiris. Las mujeres usan poca ropa y algunos hombres poco solidarios con la raza humana deciden usan zungas en la playa…


En la foto de arriba: Violación a los Derechos Humanos.


La playa es lo primero en lo que uno piensa cuando se habla del verano. Uno creería que podrían venir otros conceptos como “turistas forros”, “cáncer de piel”, “helados que se derriten obscenamente rápido” o “incremento masivo de casos de gastroenterocolitis”, pero la realidad es que las zonas con mar y arenita se llevan el premio a la iconocracia.

Y se entiende. Al fin y al cabo, en el verano se produce un éxodo masivo hacia la playa para salirse de lo cotidiano y desenchufarse. El problema es que a todo el mundo se le ocurre ir a los mismos lugares y entonces uno se estresa porque…

A)    Hay colas interminables en los supermercados y almacenes.
B)     Bañarse tiende a ser un drama. Sobretodo en campings y hostels.
C)    La playa tiene más gente de lo que un basurero tiene gérmenes.
D)    Si llueve, lo único realmente divertido es ver quien enloquece primero.

Lo que termina desencadenando una necesidad por volver a la tranquilidad de las rutinas, donde al menos uno ya sabe con lo que se va a enfrentar y con qué tipo de perejiles va a tener que tratar a diario. No hay nada como pagar cuentas, y atascarse en el tráfico y al final llegar a casa para que en la TV solo pasen sangre o dramatismo argentino barato.

Quizás lo único realmente bueno que se puede decir del verano es que en general la gente rezonga menos. Esto es porque todos se preocupan por cosas más importantes como la calidad de su bronceado. O si de alguna manera se podrá disimular los kilos de más, la panza cultivada con esmero a lo largo del año o el tatuaje horrible que pintó hacerse en una noche de pedo a mitad de julio.

Que horribles esos tatuajes...


En el ínterin, la gente se aglomera en campings a vivir naturalmente, ahorrando dos mangos con tal de poder invertirlos en más cerveza. A veces optan por la comodidad de unas cabañas sobrevaluadas. O por supuesto están los que se alquilan una casita por ahí y de repente está todo bien, a menos que ligues vecinos forros con un perro gigante, una 4x4 que levanta mas polvo que un cantante de kumbia, y que les encanta meter música horrible al mango.


En sí todos disfrutan del verano. Ya que nadie quiere pensar que  las lluvias repentinas y el calor extremo no son porque estamos en un país tropical, sino que el mundo va a explotar en mil pedacitos, tal como nos vienen vaticinando las películas gringas desde hace años.

Así que para resumir, un día de verano normal sucede mas o menos de la siguiente manera:

-Empieza el día con un cielo azul espectacular.
-¡Genial! El mundo no está preparado para toda la onda que voy a curtir hoy.
-Arranco la jornada para meter playa o laburo y entonces... llueve.
-Todo bien. El clima es impredecible como la vida misma.
-Sale el sol y raja las piedras.
-Sudo
-Llueve de nuevo.
-Vuelve a salir el sol y evapora el agua.
-Hay más humedad que en el babero de Jorge Batlle.
-Sudo.
-Se hace de noche (¡por fin!)
- Compro una cerveza mal estacionada y me patea las tripas.
-Me voy a dormir con diarrea.
- Sudo.
-Me agarro a las piñas con un mosquito ninja que se esconde apenas prendo la luz.
-Me tiro en la cama de nuevo.
-Sudo más que un luchador de Sumo en una convención de caníbales.
-Creo que me duermo.
-Vuelve el mosquito.
-Lloro despacito como para no darle la satisfacción al mosquito.
-Me logro dormir.
-Sueño con un Mosquito Sumo-Ninja sudoroso que toma cerveza laxante.
-Me despierto horrorizado y ya salió el sol.
-Empieza el día con un cielo azul espectacular…

Fuera del plano: Mosquitos, Gastroenterocolitis y el fin del mundo.